martes, 25 de febrero de 2014

Ejercicio de búsqueda

Desde siempre me han llamado la atención esos dibujos que representan objetos cuya estructura se repite a diferentes escalas, dando lugar a patrones teóricamente continuos e infinitos de una misma figura. El matemático de origen polaco Benoit Mandelbrot acuñó el término fractal para denominar dichos objetos geométricos.

No hace mucho, empecé a descubrir diferentes aplicaciones prácticas que pueden tener los fractales. Una de ellas, fue la utilización de la llamada “Alfombra de Sierpisnki” en el diseño de antenas mutibanda para WiFi. Dedicaré la búsqueda de artículos científicos encomendada a este tema. Para ello, seguiré el método propuesto en una entrada previa del blog.



Parece claro que la palabra clave a utilizar es fractal, ya que es un concepto lo suficientemente específico y, además, no requiere traducción. He optado por realizar la búsqueda a través de Google Scholar de papers publicados entre 2013 y 2014, que contengan la palabra “fractal” en su texto. Aparecen apróximadamente 19.100 resultados, ordenados por su relevancia según afirma Google. Si configuramos nuestra búsqueda a títulos, dado que así los documentos será dedicados, obtenemos unos 2.100, una drástica reducción de resultados. Aún podríamos depurar un poco más añadiendo el término “application” a nuestra búsqueda y, vemos que así, únicamente 72 artículos se presentan. Este último paso no sería necesario si lo que se busca es una visión general del tema de los fractales en la actualidad, ya que podría obviar algunos escritos relacionados con sus aplicaciones que no lo especifiquen claramente en el título, pero para nuestro caso resulta de utilidad.

Entre los 72 textos, encontramos aplicaciones recientes de los fractales en varios campos, como el ya mencionado diseño de antenas, para GSM 900/1800 y GPS concretamente. También tienen su aplicación en geología (medición cuantitativa de la distribución vertical de depósitos de cobre y molidebno en Irán; caracterización de estructuras rocosas en Malasia), vulcanología (estudio de las erupciones del Irazú, Costa Rica, en los años 1723 y 1963-1965), sismología (aplicación de enfoques fractales y multifractales en el análisis datos sísmicos), medicina (análisis fractal de enfermedades como hiperparatiroidismo), etc.


Personalmente, me parece sorprendente cómo un concepto puede aplicarse provechosamente a especialidades de la ciencia tan diferentes entre sí.  

martes, 18 de febrero de 2014

Búsquedas de información científica

Existe una frase célebre, atribuida por algunos, a Francis Bacon, anónima para muchos otros que dice así: “Información es poder”. Numerosos ejemplos, en distintos ámbitos de nuestra vida cotidiana y del mundo empresarial, parecen probar que, en efecto, suele ser ventajoso disponer de información relevante. Por tanto, se antoja conveniente tener los medios necesarios para la obtención de dicha información de interés. En este caso, centraremos nuestro análisis al proceso llevado a cabo para encontrar información de carácter científico.

Difícilmente, exista una única técnica válida y universal, capaz de proporcionar la información perfecta, sino que cada cual va puliendo la suya propia en base a los resultados que obtiene. Un claro exponente del método científico por excelencia, el método de ensayo y error.

Personalmente, me resultó de gran ayuda el concepto periodístico de las 5 W, que adapté, a mi manera, al campo de la ciencia. ¿Qué estoy buscando? ¿Dónde lo voy a buscar? ¿Cómo? ¿Quién trabaja este tema? Estas preguntas me ayudan tanto en la búsqueda como en el análisis de la información. Intentaré explicarlo paso a paso:

En primer lugar, es importante saber qué se busca, esto es, conocer las palabras clave del tema en que trabajamos, en el idioma de la ciencia: el inglés. Estas palabras no suelen ser muchas y, una vez conocidas, facilitan enormemente la búsqueda de información.

A continuación, es necesario concretar dónde puedo utilizar dichos términos para encontrar lo que necesito. Generalmente, la elección se hace entre bases de datos (Scopus) y buscadores (Google Scholar), si lo que interesa son papers. Atrás quedaron los años en los que iba a la biblioteca a por libros de referencia. Ahora todo está disponible online.

Ya tenemos la información. Ahora ¿cómo la analizamos? Leerse el contenido íntegro de todos los papers encontrados es una tarea muy poco agradecida y, seguramente, una pérdida de tiempo. Por esta razón, los abstract son muy útiles para realizar una última criba y escoger aquellos documentos que realmente nos sean apropiados, aquellos que trataremos con más detalle.

Por último, en campos muy punteros, donde la investigación es muy especializada, el numero de investigadores dedicados suele ser reducido, por lo que, si se requiriera una mayor profundización en el tema tratado más adelante, podría bastar con buscar nuevos trabajos de estos científicos.


Este es el proceso que he seguido hasta la fecha para la realización de trabajos académicos. Con seguridad, con el paso del tiempo, lo modifique en función de la experiencia y resultados obtenidos en estudios futuros.

martes, 11 de febrero de 2014

¿Qué es ciencia?

En este inicio de la asignatura, se ha tratado de establecer el tema principal de la misma, las bases sobre las que se cimienta, y que se resumen en la respuesta a la pregunta ¿qué es la ciencia?

A priori, puede parecer una cuestión menor, de fácil contestación, y así me lo pareció, ya que todos los alumnos provenimos de carreras de índole científica. Nada más lejos de la realidad. Un término que nos es tan familiar como este, dio para un par de horas de debate guiado.

En primer lugar, intentamos dar una definición de “ciencia” desde “científico” y resultó que cada uno tenía una idea distinta sobre qué es. ¿Es una actividad profesional? ¿O una actitud vital? ¿Es lo mismo un científico que un investigador? No estaba claro. Ni siquiera nombrando a científicos ilustres pudimos consensuar una definición.

Intentamos, entonces, enumerar conceptos que no son ciencia para intentar llegar a alguna conclusión sobre su significado. Desde este punto de vista, todos estábamos de acuerdo en que ciencia poco o nada tiene que ver con la fe, con imposturas intelectuales o con las llamadas pseudociencias, por ejemplo. Nos estábamos acercando.

Uniendo ambas partes de la discusión, llegamos a que la ciencia puede verse como una aproximación metódica a la realidad, una fuente de conocimiento y un sector económico/industrial. En ningún caso, quedó claro, la ciencia es la única aproximación a la realidad ni la única respetable. El científico, por su parte, es aquella persona que tiene la ciencia como actividad profesional y actitud vital. El apelativo científico, que tantos habíamos apropiado exclusivamente a los grandes nombres de la historia de la ciencia, adquiere una acepción más amplia, afortunadamente.


Con estas ideas aclaradas, tratamos el tema de la posible finitud de la ciencia básica y de cuán cerca estamos de sus límites. A pesar de que se defendió que sí es posible que la ciencia haya tocado techo en alguna de sus especialidades (me viene a la memoria un comentario sobre las leyes de Maxwell y su probada validez), personalmente, creo que aún queda mucho por descubrir, aunque quizá no en base a revoluciones, sino de forma más lenta y progresiva.

martes, 4 de febrero de 2014

Introducción a la Ciencia 2.0

En el estreno de mi blog, he optado por “gastar mis 15 minutos” explorando la cuenta de la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología, FECYT, en Twitter (@FECYT_Ciencia).

¿La razón? El texto sobre “El Mito del Progreso en la Evolución de la Ciencia”. En este artículo, me ha llamado la atención los motivos por los que, según el autor, se está produciendo una creciente desconfianza entre la ciudadanía hacia todo lo relacionado con la ciencia. A saber, la pobre comunicación entre ciencia y ciudadanía, la relativa ignorancia que como sociedad tenemos hacia lo científico, y la distancia temporal que va desde el descubrimiento hasta la aplicación práctica.

El primero de estos motivos, la escasa comunicación entre ciencia y sociedad (público), me ha hecho preguntarme, al hilo de la tarea que tenía encomendada, si existe algún esfuerzo institucional para la divulgación y promoción científica. Y así he acabado en el Twitter de FECYT. Desde aquí, tratan de dar a conocer distintas informaciones relacionadas con el sector científico que difícilmente aparecen en los medios de comunicación más habituales: becas, congresos, noticias de interés científico, ofertas de trabajo, sugerencias televisivas, etc.

Reconozco ser nuevo en el mundo de Twitter, pero supongo que la cantidad de seguidores que actualmente tiene la cuenta de FECYT (unos 42000) es poca si la comparamos con el número de cuentas Twitter activas en nuestro país, y muestra claramente las dificultades existentes para resultar atractiva al público general, más (o mal) acostumbrado a otro tipo de noticias de ámbitos menos exigentes intelectualmente.

Por ponerle algún pero a esta iniciativa de FECYT, considero que este medio de comunicación, Twitter, es demasiado pasivo para la consecución del objetivo que se plantean: hacer asequible la ciencia para todos aquellos interesados independientemente de sus conocimientos previos. Quizá, si realmente quieren acercar la ciencia a todos los públicos, las instituciones implicadas deberían lanzar una campaña de divulgación a través de los canales de comunicación más potentes en la actualidad, ya sea la televisión o la prensa o, mejor, ambas. De todas formas, son de agradecer todos los esfuerzos orientados a promover la divulgación científica, por pequeños que sean, porque, no lo olvidemos, sin ciencia no hay progreso.


Como conclusión, me parece muy interesante utilizar las redes sociales, Twitter en este caso, como medio de comunicación, dado el auge y la popularidad que tienen a día de hoy. Un buen uso de las mismas puede servir de gran ayuda para combatir la desconfianza ciudadana hacia la ciencia comentada anteriormente y fomentar la aparición del “Julio Verne que todos llevamos dentro”.